Jueves, 18 de Abril del 2024

Se fue la magía del fútbol. Diego Maradona falleció este miércoles tras sufrir un paro cardiorrespiratorio en el barrio San Andrés, en el partido bonaerense de Tigre, donde se había instalado días atrás luego de la operación en la cabeza a la que fue sometido por un hematoma subdural. El 30 de octubre había cumplido 60 años, según informó Clarín.

Maradona se descompensó a las 10 de la mañana y falleció a las 12, luego de que los médicos que lo asistieron intentaran reanimarlo sin éxito. El campeón mundial en México 1986 había sido operado de un coágulo en la cabeza a principios de noviembre.

En los últimos días, su familia y entorno habían notado a Diego "muy ansioso y nervioso", por lo que se había reflotado la idea de trasladarlo a Cuba para su rehabilitación, donde ya había pasado unos años luchando contra su adicción a la cocaína.

Fuentes judiciales confirmaron a este diario que a partir de las 18 comenzará la autopsia para determinar con precisión qué fue lo que pasó con el "Diez". Será en el Hospital de San Fernando.

Al mismo tiempo, desde Presidencia de la Nación indicaron que Alberto Fernández decidió decretar tres días de duelo nacional a partir de este mismo miércoles. 

ULTIMOS DÍAS 

Los últimos días de Diego Maradona (60) antes de su muerte estuvieron marcados por varias recaídas de salud y bajones anímicos, lo que había postergado la idea de sus médicos de hacer que volviera de a poco a trabajar.  

El diagnóstico seguía siendo el mismo que cuando fue dado de alta en la Clínica Olivos tras una operación por el hematoma subdural en la cabeza y un tratamiento intensivo para estabilizar su estado anímico y físico deteriorado por su adicción al alcohol y a los psicofármacos. La recuperación debía ser a largo plazo, aunque en la vida de Maradona todo era día a día.

Maradona seguía conviviendo en su nuevo hogar de Tigre con una enfermera que lo monitoreaba las 24 horas, realizaba ejercicios con su kinesiólogo para mejorar la motricidad, estaba rodeado por su círculo íntimo y recibía la visita asidua de sus hijos, principalmente Gianinna y Jana. Había podido escapar al consumo de alcohol, asunto fundamental para evitar una recaída.

La segunda etapa de su tratamiento ambulatorio, diagramado por el médico Leopoldo Luque, apuntaba a encontrar motivaciones. A encender un motor que en el último tiempo se había apagado. “Nada lo motiva”, decían los allegados a Maradona en la víspera de su cumpleaños 60. 

La misión que asomaba era la de activar a Maradona, que encontrara un anzuelo que lo hiciera disfrutar, que mantuviera ocupada su cabeza y que le permitiera seguir lejos de las tentaciones.

La vuelta al trabajo como entrenador de Gimnasia ya no se veía tan lejana. Aparecía como un incentivo aconsejado por los propios médicos como parte de la evolución del paciente. “Quizá pueda ir a algún partido del equipo o al entrenamiento una vez por semana, cuando hacen fútbol”, advertían. 

Cada paso hacia adelante era consensuado con las hijas de Diego, que tomaban las decisiones. (clarin.com).

Comentarios